Pantone es algo así como la Rae del color, y por lo tanto un poco fascista. Desde la década de los ’60 esta empresa se dedica a crear sistemas para identificar, concordar y comunicar colores. Pantone creó una especie de lenguaje en común en la que cuando se habla del color malva, por ejemplo, es el malva de Pantone y punto.
Y como buena autoridad sobre algo, debe generar una pauta que sirva como verdad absoluta y así influir todos los aspectos en los que el color esté involucrado. Porque a diferencia de la Rae -que preserva una expresión cultural que no es una mercancía en sí misma-Pantone debe materializar algo que es al mismo tiempo un fenómeno físico y algo inmaterial. El color se normaliza para luego ser mercantilizado en otros rubros como el diseño o la cosmética.
Así es como desde el 2000 se viene escogiendo el color del año, que generalmente lleva algún nombre evocador, como cerúleo o mimosa. El ganador del 2012 es el tangerine tango. ¿Qué diablos es el color tangerine tango? Pues un naranjo manchado con sangre. Las casas de diseñadores de moda, empresas de maquillaje, tiendas de decoración y prácticamente cualquier objeto que deba estar a la moda serán influenciados por esta «tendencia». Probablemente venderán el mismo producto de siempre, pero si lleva el sello Pantone será más caro o más «necesario». O se inventarán nuevos diseño con el puro pretexto de ponerle este color que nadie supo jamás cómo se llamaba hasta ahora.
La elección de este color generará varias editoriales en los medios de comunicación, especialmente en revistas femeninas que aconsejarán qué figuras y tonos de piel pueden llevar este color, con qué otros colores se pueden mezclar y un largo y triste etcétera.
Escoger un color ya no es simplemente escoger un color. Gracias, Pantone.
rosario dice
jajaja, excelente comentario, no lo había visto así, pero tienes toda la razón. Los colores son algo personal, de nuestro corazón, gustos y recuerdos, no de una empresa. slds
Camila dice
Jejejeje, gracias Rosario 🙂