En esto de los blogs de manualidades es muy común que se discuta el tema de si debemos proteger nuestras creaciones, si está bien vender objetos que hemos hecho con el patrón de alguien más o si es correcto que nos consigamos los pdf de patrones que otros venden.
Para muchos, los derechos de autor son una cuestión innegable. Provoca cierta comodidad moral el hecho de no sentirse pirata: todo se compra original, porque hay que respetar los derechos de los creadores. Pero como todo asunto que sea parte del sentido común, uno debería dudar de ello.
Ayer publicaba los libros con instrucciones de tejido que se pueden descargar del Proyecto Gutenberg porque tienen derechos liberados. Más que el hecho de aprovechar algo gratis, me interesaba conocer esos libros que tanto hablan de la época en que fueron hechos. ¿Hay alguna diferencia entre usar un patrón de esos libros y descargar gratuitamente un libro con Picasa? Sí, los derechos, y es lo único: sólo porque los de los primeros expiraron hace años, algunos estarán más cómodos al usarlo. Pero el contenido de cada uno de ellos, independiente de si es legal compartirlo por internet, nos hace sentir bien a todos.
El problema de los derechos de autor es que no «favorecen» a los creadores mismos, ni «fomentan» la circulación de conocimientos. Los derechos de autor tienen que ver con dinero y con restricciones. ¡Qué el conocimiento no avance, es como la peste! ¡Qué el que no pueda pagar no pueda usarlo! En la mayoría de los casos, sólo resguardan el patrimonio de las empresas que generan ganancias a cambio del uso de ese contenido. Un uso muy restringido.
¿Deberíamos entonces avalar y utilizar una herramienta creada para favorecer a esos pocos y limitar nuestro acceso al conocimiento, a las ideas, a las cosas que nos hacen sentir bien? NO. No porque algo tenga la palabra «derechos» en ella es bueno. De hecho, quiere decir que es bueno sólo para una parte de la población. El derecho no es más que la protección de la propiedad privada. No hay ahí nada de libertad ni esas cosas lindas que intentan asociarle.
Son los derechos de autor los que limitan las creaciones al imponer la necesidad de que sean cosas vendibles. Al determinar cómo, cuándo y dónde una obra puede ser reproducida. Al hacer creer que la única relación posible entre un creador y el resto del mundo es económica.
El único problema que tenemos como gente que se dedica a las manualidades en cuando a la copia y el uso de nuestras creaciones es con empresas: ya ha sucedido que alguna tienda copia el diseño que alguien publicó en su blog, lo manda a hacer masivamente a alguna fábrica horrorosa para que le salga barato y lo vende en su tienda. Contra ellos deberíamos embestir, no contra la lola de 15 años que copia un patrón de un libro y lo vende a sus amigas.
Para lidiar con las empresas, sin embargo, no podemos usar la misma herramienta que usan para defender sus intereses. Sería absurdo. Una forma de lograrlo es dejar que nuestras creaciones se dispersen por todos lados, que identifiquemos que tal modo de hacer las cosas es un característica de tal persona, que si algo que tu hiciste no puede llegar a un lugar, que otro más lo haga por ti.
Ya, es penca cuando en Facebook alguien vende amigurumis y publica fotos hechas por ti. O cuando copian entero algo que escribiste en tu blog y no avisan que lo hiciste tú. Es fácil acusarnos de ladrones entre nosotros, porque con esa fe ciega en la propiedad intelectual y los derechos de autor, no pensamos que pueden existir relaciones diferentes entre quienes descubren nuestras creaciones y nosotros más allá de lo monetario.
Pero si esa molestia existe, en lugar de invocar a la ley y la moral, podrías ponerte en contacto con la persona que «te ha pasado a llevar», pues puede que no lo entienda de ese modo, que no quiera aprovecharse ti, o que incluso sienta que te está ayudando. Esto no quiere decir que no debería importarnos si alguien nos copia, si no pensar más profundamente en por qué eso nos hace sentir mal, en cuáles son las intenciones de quién copió, en si de verdad nos provoca algún daño ese acto, en que si podemos decir que nuestro trabajo es realmente original, en fin, da para mucho más que quedarse en el sencillo qué sinverguenzas estos ladrones.
Debi dice
Es heavy este tema, a mi me han copiado en unas ocasiones y me carga que esas personas de hagan las bacanes y no te mencionen como referencia. Una amiga me dijo alguna vez que la copia es la admiración tonta de las personas mediocres.
Camila dice
Claro, es heavy, la idea no es que a uno no le moleste o se quede sin hacer nada si molesta que lo copien. El asunto es cómo se relaciona uno con lo que crea y con la persona que «interactúa» con esa obra (no quiero decir «consume»). Creo que es necesario que como personas que nos dedicamos a esto -y susceptibles a que nuestros trabajos sean copiados o modificados- pensemos más allá del sentido común, de lo típico que se dice en estos casos. Por ejemplo, pensar que quienes copian son mediocres reduce mucho lo que se puede reflexionar y hacer sobre el asunto. Finalmente, eso se trata de un tema valórico, y como tal, las dos partes involucradas lo ven de forma muy distinta. Pero si hay comunicación, si hay una manifestación explícita de las intenciones de cada parte, se aborda el problema de tal forma que es más factible que se solucione.
Me gustaría crear una especie de guía respecto a este tema hablando de copyleft, sería genial conocer experiencias y visiones de a quienes les toca el tema así que ¡cuéntame más!
Paulina dice
Interesantísimo tema. Súper complicado debido a la diferencias de opinión.
Siento que los amigurumis tienen formas similares, y es inevitable copiar en algún momento… pero ese toque especial, ese detalle, ese «algo único» es lo que lo hace tuyo y te identifica como creador merece reconocimiento.
Empecé con los típicos patrones gratuitos de pajaritos, y no puedo decir que yo los inventé, puedo decir que los tejí y que les dí mi toque personal. Me gustaría que hicieran lo mismo con mis trabajos, independiente que los regale a mi familia y amigos.
Si me dí el trabajo de publicar las fotos es una forma de compartir y ayudar a los que están empezando como a mí me ayudaron sus fotografías cuando comencé.
Pero debo ser sincera y reconocer con una mano en el corazón que al principio no le dí importancia… hasta que una vez utilizaron mi material. Pedí amablemente que pusieran la fuente o lo retiraran, y me dediqué prolijamente durante horas a buscar la fuente de cada uno de los patrones que había utilizado y a proteger con CC lo que pudiera ser protegido.
Sólo pedir que prime el respeto como cultura, si alguien se dió el tiempo para compartirlo, darse el tiempo para mencionarlo, y como autores, pedir que se nos mencione cuando hagamos las publicaciones… considerando que no puedo emitir una opinión categórica, ya que he aprendido del ensayo y error.
Saludos, Paulina.
Camila dice
Genial, Paulina. Conociendo el caso de otras personas a las que les pasa lo mismo, creo que finalmente el asunto se trata de eso: de que nos reconozcan, que se se sepa de dónde proviene ese toque personal, de dejar una marca en todo el universo posible de creaciones. Y para eso me parece un buen paso eso de contactar a quienes usan el material y hacerles saber cómo a uno le gustaria que se difundieran sus creaciones. ¡Gracias por comentar!
Wen Rou dice
Concuerdo con lo que dicen, que debe primar un respeto por el trabajo del otro y citarlo cuando se debe, y jamás atribuírselo como propio, que eso es peor que omitir la fuente.
Y quizás más malo es vender muñecos con patrones de uno a precio de huevo! (me pasó)