No sé por qué tengo la impresión de que hubo muchos hámsters en mi casa cuando niña, pero no fue así. Creo que en total tuve cinco. Todavía recuerdo el día en que descubrí que estos roedores no vivían mucho. Mi planes para compartir toda mi vida con esas bolitas peludas quedaban destruidos. También me acuerdo de que mis amigos que tenían hámsters se quejaban de que siempre, siempre parían. Y los míos jamás, jamás tuvieron crías. Yo creía que la razón de la infertilidad era que simplemente estaban conviviendo. Me imaginaba que un paso previo al embarazo era el matrimonio. Así que agarré un trozo de tul que hizo de velo, junté unas florcitas del patio y junto a mi hermano iniciamos la ceremonia. Y les juro que al terminar, el hámster se sube sobre la hámstera y empieza a hacer lo suyo.
En fin, en honor a mis hámsters infértiles va esta selección de manualidades de hámsters que encontré en Internet.
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