Hay una desvalorización tremenda y violenta de lo textil. Y no me refiero simplemente a que haya personas que no están dispuestas a pagar lo que una necesita por su trabajo. La colonización y el patriarcado apagan la fuerza de la creación textil y se invisibiliza a las comunidades o singularidades detrás de ciertas obras o técnicas, se menosprecia el acto mismo del trabajo y el diseño, se pasa por encima de los deseos de quienes están creando, se reduce el tejido a algo simplón, banal, sin potencia.
Y quienes nos dedicamos a esto sabemos que no es así. Porque es parte de nuestras formas de vida y nos mueve e incrementa nuestra potencia, porque nos hace pensar de otras maneras, porque nos ayuda a comunicarnos con otras formas de vidas presentes y del pasado, humanas y no-humanas. En otras palabras, porque la gozamos caleta, más que la chucha. Crear un pieza textil es trabajo, o sea, una manera de modificar el mundo, a través de relacionarnos con otros individuos -en este caso las fibras, nuestras herramientas y quienes desarrollaron los conocimientos que hoy ponemos en práctica- y componernos con ellos para afectarlos y modificar la manera en que nuestras partes se relacionan. Con cada trabajo textil, el mundo cambia. Las cosas ya no son como antes. Nace una nueva presencia, que puede ser un manto funerario cora o el cosito que tu abuela teje para guardar el papel higiénico en el baño.
Esa desvalorización se da de muchas formas y depende de muchos factores. Por ejemplo, la violencia colonial, profundamente ignorante de los conocimientos detrás de ellos, disminuye los textiles de comunidades indígenas a meros adornos. Insisto en que eso es una forma de ignorancia, pero como el colonialismo envalentona, se creen que el conocimiento occidental europeo es la única forma de conocimiento, que lo demás son supersticiones o cuentos, o formas imperfectas, subdesarrolladas, atrasadas de vivir y pensar. En el fondo, la ignorancia de la ignorancia. Igual a veces está bien que el pensamiento colonial no se entere de las otras formas de pensamiento que se encuentran en los textiles, pues algo queda protegido de la destrucción.
Pero eso que hacen no es suficiente. Porque en el momento en el que se apropian del valor estético de una tradición textil, cualquier empresa o emprendedor cree que puede usurpar esos conocimientos y técnicas textiles, y venderlos para su propia acumulación. Es cosa de ir a cualquier tienda que venda «diseño originario» y ponerse a preguntar cuánto le están pagando a lxs artesanxs que hacen los productos. Entonces hay una contradicción: si el textil lo hace una persona indígena, una mujer con poco capital social, artesanos rurales o básicamente cualquier que no goce de los privilegios del capitalismo (peor si es racializada, naturalizada o exotizada), entonces vale poco. Pero si la misma pieza la vende alguien con plata y su buen pedazo de capital social y cultural, vamos abriendo la billetera. Y noten la diferencia entre «la hace» y «la vende», que no es lo mismo.
Bueno, si bien yo me paro desde el no ser racializada, de estar viviendo en la ciudad, de tener una educación universitaria, del disfrutar de bastantes beneficios del capitalismo, en el fondo, desde el privilegio, podría perfectamente estar viviendo en esa ignorancia de la ignorancia. Pero no, porque lo que me mueve es el buen vivir, no solo para mi, sino para todxs. Lo que yo quiero es vivir como si pudiera destruir las relaciones de opresión y hegemonía del capitalismo, pero también crear nuevas formas de vidas y hacerme otro cuerpo con lo que el capitalismo ha hecho de mi. No soy ilusa, sé que yo, que he sido producida dentro de él, no puedo vivir fuera del capitalismo. Pero no por eso me voy a rendir y creer que ya no se puede hacer nada, porque quien cree eso puede que en el fondo sea de los más privilegiados.
Entonces me importa mucho experimentar esas otras formas de vivir en mi práctica textil. Y eso implica tomar decisiones a la hora en que me voy a encontrando problemas. Un problema muy frecuente surge de lo que hablaba antes: de la desvalorización del trabajo textil, incluso por parte de quienes se dedican a lo mismo.
Hay personas que no consideran que lo que yo hago es un trabajo. O que de alguna forma fracasé porque no me dedico a lo que estudié. O que piensan que esto es una etapa mientras encuentro lo que será mi carrera oficial. Siempre minorizando mi labor, pero, curiosamente, tratando de sacar provecho de ella.
Muchxs de lxs que hablamos de nuestra práctica textil en redes sociales, publicamos patrones y tutoriales o simplemente mostramos nuestro trabajo por ahí, nos encontramos las mismas frustraciones: que nos escriban en la noche o durante los fines de semana pidiéndonos ayuda, pidiéndonos que hagamos cosas grandes que toman tiempo como que les enseñemos por correo a tejer cosas, que resolvamos dudas que pueden googlear. Y nos pasa que si no respondemos favorablemente a sus requerimientos se enojan, nos funan, nos hacen fama de mala onda. Y yo en general soy bien frágil cuando se trata de ver inconsistencias en las formas de vivir de otros, onda no entiendo la falta de empatía y el no preocuparse por ser inoportunos. Entonces no solo me inquieta el hecho mismo de que me estén importunando, sino que no hayan sido capaces de pensar que podrían hacerme sentir mal. Y para sumarle algo más, que crean que es mi obligación responderles y se molesten si decido no hacerlo. Es una falta de respeto bien grande esperar que una persona con la que no tenemos ningún vínculo afectivo haga lo que le estamos exigiendo que haga, eso es algo que todxs deberíamos poner en nuestra brújula.
También está el tema de que algunos piensan que porque algo está publicado en internet, entonces cualquiera puede tomarlo y difundirlo sin pensar en que detrás hay una persona. Para mi eso es una forma de extractivismo y explotación: no es necesario ser dueño de una minera para explotar la vida, cualquier de nosotrxs puede hacerlo hasta sin tener conciencia de ello porque el capitalismo nos produjo cuerpos que extraen lo que necesitan con mucha facilidad (y nos cuesta un montón hacer vínculos libres y bonitos). Y sí, a mi me parece fundamental que los conocimientos fluyan, pero no puede ser de una manera desafectada. O sea, yo estoy dispuesta a que los patrones y tutoriales que estoy creando fluyan libremente (incluso con los pagados, ahí me entrego nomás), siempre y cuando sea dentro de una comunidad de personas que se apoyan entre sí e intenten construir o encontrar un afinidad. Y que llegado el momento, sean capaces de retribuir el trabajo que he hecho. Que haya carne y calor, que nos sepamos los nombres, que nos mandemos caritas felices por DM.
Porque diseñar patrones es trabajo. Hay una excusa bien fea que dice «que todo ya ha sido inventado» y ya, te la compro, pero no lo uses para invisibilizar lo que yo he hecho. Porque si yo no existiera, por ejemplo, el chal Sonia jamás habria visto la luz. Las cosas no se tejen solas, hay personas detrás que pusieron la mente y la cuerpa para que funcionara. El convertir 400 metros de hilo en una prenda tejida con dos palitos tiene millones de posibilidades distintas (y eso es algo que no cualquier puede hacer, es el conocimiento de una tecnología), pero cada persona es capaz de crear sus propias combinaciones singulares a partir de lo que puede su potencia, o sea, a partir de sus sensibilidades, de lo que la afecta, de lo que le gusta, de lo que conoce, de lo que desea. Hay singularidad en cada patrón de tejido. Hasta la gente que copia un diseño viendo la foto ha creado algo singular, porque mirando nunca queda exactamente igual al patrón escrito, hay detalles que se pierden y problemas que se solucionan en el momento.
Una pone la menta y la cuerpa, pero no vive del aire. La reproducción material de la vida es una trabajo en sí. Yo tengo que comer para tener la energía para estar viva y poder tejer, eso implica que tengo que cocinar. Para cocinar necesito comprar los ingredientes, pagar el gas y los implementos que necesito en la cocina. Para tener una cocina tengo que pagar arriendos y gastos comunes. Entonces, así como una montaña no da oro para siempre, yo no puedo entregar material gratuito si no renuevo mis energías. Y para eso necesito plata. Pero si tengo otro trabajo, no tengo tiempo para diseñar. ¿Cómo le hago entonces?
Ahí es cuando acudo a las personas que disfrutan y la gozan con mi trabajo. Puedo entregarles material gratuito, pero a veces voy a necesitar una reciprocidad a cambio para poder seguir creando: que me compren un patrón, que me apoyen por Patreon, que difundan mi trabajo, que se metan a mis clases o las promocionen, que me regalen materiales, que inviten a más personas a conocer lo que hago.
A mi me gusta mucho esto de la ética, o sea el poder distinguir qué me hace bien y qué me hace mal con la brújula singular del buen vivir, en diferencia a la moral, que es un mandato supuestamente universal, pero que tiene como objetivo reproducir los valores de cierta sociedad, lo que deja afuera a muchxs, entonces no puede ser universal (el capitalismo es muy moralista, y nunca ético). Y en la ética encontramos que diferentes personas pueden llegar de diversas maneras a problematizar algo o a intentar resolver un problema. Por ejemplo, con la Mari Torreblanca hablamos mucho de estas cosas que nos afectan de una manera similar, aunque las abordamos de maneras distintas. Y me gusta eso, que tengamos afinidades aunque también tengamos distancias. Para ella, por ejemplo, es muy importante hablar del marco legal que protege sus derechos como autora (vayan a leer sus historias, porque en estos días está hablando de lo mismo). Yo en cambio, que sospecho de los marcos legales producidos por el capitalismo, prefiero enfocarme en el crear vínculos afectivos con las personas que se benefician con mi trabajo. Sé que probablemente irme por la vía legal impediría que el trabajo por el que pido plata sea distribuido gratuitamente por otros, pero aunque les impusiera una sanción, quizás no entenderían qué es lo que me importa a mi. Y por ejemplo, nunca me iría en la legal con una persona «de a pie» que comparte un patrón pagado con su grupo de amigas tejedoras (porque con ella puedo establecer un vínculo afectivo, y mucho mejor si con sus amigas también), pero sí es algo que haría si una empresa grande se apropia de mi trabajo (porque por su naturaleza, no podría establecer un vínculo afectivo con alguien que obtiene su riqueza de la explotación, o sea, de la negación de cualquier vínculo afectivo y respeto por el buen vivir)
Pienso que al enfocarse en lo afectivo por sobre lo legal, puedo abordar el problema desde un lugar que me parece más transversal, desde la raíz también, porque ¿qué ocurriría si cambia la ley? (y ya sabemos que cuando las leyes cambian dejan a personas afuera, desprotegidas, y producen relaciones sociales que como trabajadoras autogestionadas podrían perjudicarnos). Los afectos, en cambio, siguen ahí en las buenas y en las malas, y si se modifican es para crear potencia y buscar lo bueno.
Entonces yo quiero otra cosa. Lo que yo quiero es que si alguna vez disfrutaste con algo que yo hice, pudieras hacer algo para que yo también disfrutara. Lo que yo quiero es que exista una red de apoyo para quienes estamos creando, precisamente porque nuestro trabajo está desvalorizado socialmente. Lo que yo quiero no es que llegues, tomes lo que te di y desaparezcas, sino que te quedes y me ayudes a crear más. Lo que yo quiero es enseñarte para que tú también seas capaz de crear tus propios tejidos y patrones, para que todxs podamos gozarla. Lo que yo quiero es que nos potenciemos, porque si todas podemos más, entonces vamos a ir viendo cosas más lindas, vamos a aprender más, vamos a vivir más.
En estos momentos no me importa tanto funar o castigar a quienes de alguna u otra manera pasan a llevar o abusan de mi trabajo, como abrir los caminos para aquellxs que quieran formar un vínculo afectivo de reciprocidad, cariño y respeto. Mientras más seamos en ese camino, los que explotan van a ir siendo menos, van a aprender que lo que hacen nos dañas, o sus actos van a tener menos repercusiones. Así que confío en que vamos a ser capaces de formar ese vínculo.
Y muchas gracias a las que ya están aquí, con las que me conecto, a las que me ayudan o alguna vez me han puesto algo tan simple como un «me gusta». Eso es hacer vínculo y tiene una potencia tremenda <3