Fragmento de Teoría del Bloom de Tiqqun.
Nos movemos en un espacio enteramente cuadriculado, enteramente ocupado; de un lado, por el Espectáculo, del otro, por el Biopoder. Y lo terrible de esta cuadrícula, de esta ocupación, es que no podemos rebelarnos con un gesto definitivo de ruptura contra la sumisión que ambos exigen; sólo nos es dado adaptarnos a las circunstancias estratégicamente.
El régimen de poder en el que vivimos no se parece en nada al que tal vez haya tenido vigencia en las monarquías administrativas, y cuyo caduco concepto ha sido hasta épocas recientes, es decir, en el seno mismo de las democracias biopolíticas, el único enemigo reconocido por los movimientos revolucionarios, a saber, el de un mecanismo de obstaculización y de coerción puramente represivo.
La forma contemporánea de la dominación es, por el contrario, esencialmente productiva.
Por una parte, rige todas las manifestaciones de nuestra existencia (el Espectáculo); por otra, administra las condiciones de ésta (el Biopoder).
El Espectáculo es el poder que quiere que hablen, que quiere que sean alguien.
El Bipoder es un poder benévolo, tan solícito como el pastor con su rebaño; es el poder que quiere la salvación de sus súbditos, el poder que quiere que vivan. Atenazados por un control a la vez totalizador e individualizante, emparedados en una doble coacción que nos aniquila con el mismo gesto que nos hace existir, la mayoría de nosotros adopta una especie de política de la desaparición, esto es, fingir la muerte interior y, como el Hereje cante el Gran Inquisidor, guardar silencio. Al sutraer y sustraerse a cualquier positividad, esos espectros hurtan a un poder productivo aquello sobre lo cual podría ejercerse. Su deseo de no vivir es todo lo que sus fuerzas pueden oponer a un poder que pretende hacerles vivir. De esta guisa permanecen en Bloom, donde generalmente se ocultan.
Así que el Bloom significa lo siguiente: que no nos pertenecemos, que este mundo no es nuestro mundo.