Cada cierto tiempo escucho a alguna de mis alumnas o amigas quejarse por la mala atención en las tiendas de lana, telas o manualidades en general. Si destaco el término es porque me gustaría hablar precisamente de cómo se describen hechos muy variados. ¿Por qué se dice mala atención? Porque la relación que se da entre la persona que va a comprar lana y la que la vende cumple ciertas características que la hacen satisfactoria sólo para un lado: una atiende a la otra y además debe hacerlo con un ánimo particular.
Es una relación desigual, pues la vendedora es ubicada del lado de la servidumbre y se la obliga a satisfacer todos los deseos del cliente que tiene al frente. A la vendedora no se le pide simplemente que complete una transacción monetaria, sino además que someta su voluntad ante su jefe y los compradores: debe verse bien, responder animada y dedicarle toda su atención a los clientes, tratar de hacer muchas ventas en muy poco tiempo, mantener todo ordenado, ser jueza en la eterna pelea de quién llegó primero y estar parada todo, todo el día.
He visto compradoras de lana comportándose de manera realmente hostil con la persona que tienen al frente. Incluso llegan en una actitud beligerante desde el comienzo. Pero al cliente no se le exige ninguna obligación moral; la vendedora debe sonreír aunque la estén gritoneando.
Y sí, a veces las vendedoras son mala onda. Yo he sentido que me tratan diferente porque soy joven: miran raro, se saltan mi turno, qué se yo. Hay veces en que me he sentido súper mal porque alguna persona me trató como si fuera estúpida o no supiera de tejido. En otra tienda que no nombraré pero que prolifera en los malls de la ciudad, y quizás ustedes concuerdan, parece que ser pesada y humilladora es un requisito para atender. La cosa es que si es un fenómeno tan generalizado, es porque algo hay en las tiendas de lana que lo provoca y favorece. Y no creo que las culpables sean las vendedoras. No todas son pesadas porque quieren, sino porque las condiciones laborables en las lanerías, cordonerías y paqueterías son pencas. El origen se encuentra en la codicia de los dueños de la tienda y en el sistema de valores que justifica la explotación. Veamos algunos problemas:
- Hay muy pocxs trabajadorxs para tantos compradores. Las tiendas de 21 de mayo, por ejemplo, no se llenan porque exista un boom particular de la venta de lanas. Siempre ha sido así y probablemente no cambie, porque la solución es contratar a más personas y los dueños no están ni ahí con gastar más plata en más sueldos. Esto no afecta solamente a las vendedoras, sino a todxs lxs que trabajan atrás, organizando la bodega, por ejemplo. Y si no hay coordinación entre ellos y al frente no están todos los productos, los tiempos de espera entre venta y venta se alargan. Otra solución sería que atendieran con números, pero son muy pocos los locales que trabajan así. Al final, a las vendedoras les toca quedar al medio de las peleas entre las personas que no se ponen de acuerdo sobre quién llegó primero. Total, a los dueños les da lo mismo porque venden igual. LA COSA LES FUNCIONA. Si hay exceso de trabajo, el cuerpo se agota; si el cuerpo se agota, simplemente deja de responder amablemente y se pone a la defensiva. ¿Hay que culpar a las personas que llegan a ese estado? No, hay que pensar en las condiciones que hacen que esos cuerpos lleguen a su límite.
- Algunxs clientxs son muy pesadxs. A mi de verdad me sorprende esa actitud de quienes se creen más importante que las vendedoras. Ni siquiera es que exista alguien más importante que otro, el problema es que están replicando un tipo de relación nefasta, basada en la explotación, en la que el cliente cree que tiene cierto derecho sobre el vendedor. Así no dan ganas de poner buena cara. Y cuando ocupan el argumento de «ay, es que este es su trabajo, debe hacerlo bien» ¡ME DAN GANAS DE QUEMAR TODA LA PUTA TIENDA! ¿Acaso es su trabajo tener que aguantar malos tratos y groserías? Loca, como si acaso a ti no te explotaran en la pega ni odiaras levantarte cada día para ir a trabajarle a un tipo que se lleva toda la plata. ¿Si las tratan mal, por qué deben andar fingiendo? En cambio si las clientas pesadas fueran más solidarias y tuvieran un poquito de conciencia de clase, ni se les ocurriría llegar como La Quintrala al mesón y ahí recibirían una respuesta honesta y simpática de las personas que tiene al frente y que, oh, sorpresa, están hechas de carne y hueso como cualquiera. Insisto, el cuerpo se agota.
A lo que voy es que si les desagrada la experiencia de compra en una tienda, vayan al origen del asunto y no le pongan responsabilidad a las vendedoras donde no la tienen. Probablemente ellas están igual de cansadas y molestas que ustedes. En cambio, si se dirigen a la caja o al mesón de empaque, pueden encontrarse directamente con el mismísimo dueño.
Si es que hay alguna vendodora leyendo esto, ¡me encantaría que comentara su experiencia! Pueden escribirla más abajito.
Clarita dice
Ay!!!! yo trabajé en un tienda de venta de lanas y artículos de manualidades, y traté por todos los medios de atender a las clientas de la mejor forma posible, tal y como me hubiera gustado a mí que me atendieran, y saben? lo logré y me sentía realmente orgullosa cuando la clienta volvía y me decía» ay es que quiero que tu me atiendas porque la otra vez me atendiste súper!!!» es lo máximo!!!!, pero si hay algo que tienen razón es que gran parte de la culpa es de los empleadores, que te exijen mas de la cuenta, te llaman la atención por cualquier estupidez y pagan menos de lo que deben. Como hasta el momento les resulta pagar poco, porque nadie se atreve a alegar sus derechos como corresponde, las cosas siguen igual. Como clienta trato de siempre tener calma y paciencia, yo las entiendo, pero al menos yo hice algo al respecto y me fui de ese trabajo!!!! Dar alegría para recibir alegría!!!! saludines
Camila dice
¡Clara, muchas gracias! Me alegra mucho que hayas compartido tu experiencia. Es que claro, como a los patrones les da lo mismo, no están ni ahí con mejorar las cosas. Lamentablemente para muchas vendedoras es aguantar eso o no tener plata para vivir y eso siempre dará una rabia tremenda. Nuevamente, muchas gracias por tu comentario <3
Elisa dice
Yo siempre trato de ser super amable con las vendedoras, las saludo, les sonrío y si veo que andan de buen humor, les converso un poco, pero igual me han tocado vendedoras que casi que me tiraron las lanas por la cabeza… Y no, no creo que haya sido porque estaban agotadas, porque las veces que peor me han tratado ha sido temprano en la mañana y con poca gente en el mesón.
Hay gente que en verdad está cansadísima y otra que simplemente es pesada y ya.
Camila dice
A mi una vez me tiraron una bolsa de kilo de lana en la cabeza, pero porque soy muy chica y no me vieron, jajajaja 🙁
María José dice
La verdad es que es un círculo vicioso. He experimentado empíricamente que si uno va en la mañana a comprar te atienden mucho mejor que si vas a las 6 de la tarde. Lo que es muy entendible, claro, uno va feliz a comprar lanas, pero esas vendedoras llevan de pie atendiendo harto harto más rato del que cualquiera podría aguantar con una sonrisa en la cara…
Natty dice
Yo no soy de Santiago, y donde vivo tengo mi tienda regalona porque la atiende la dueña que es un amor de persona (vengo llegando de ahí y estuvimos como 15 minutos conversando =P), pero como su tienda es pequeña hay lanas que me gustan y que no tiene y me toca ir a otros locales más grandes, donde de la dueña para abajo son unos plomos (precisamente la dueña de este local trabajaba en uno de los otros y prefirió irse, y mientras yo estaba ahí conversando con ella llegó uno de sus ex colegas y le preguntó si tenía pega porque las dueñas lo tenían chato) y me carga tener que entrar a verles las caras (como si estuvieran oliendo caca!!!)
Tema aparte, el otro día anduve en Stgo y descubrí las tiendas de 21 de mayo y casi morí con lo repletas que estaban, no me dieron ni ánimos de entrar a comprar!!
Saludos!!
PD: Que bueno que volviste, extrañaba tus post!!
carola dice
En general creo que son una buena clienta, o sea, nunca he llegado prepotente y siempre trato de tener clarísimo qué es lo que voy a comprar, porque también odio a esas clientas que hacen que las vendedoras revuelvan toda la tienda, muevan todo, saquen todo, les muestren todo… para después comprar nada.
Pero aún así, me han tocado vendedoras muy pesadas, a pesar de llegar con mi mejor sonrisa 🙂
Hay un señor al que le compraba telas en el centro, uy, qué señor más maravilloso. Cuando iba con mi abuela, me decía ya, con él, que es súper simpático jaja y, en efecto, era un amor. Igual queda gente buena onda en las tiendas, no todos son terribles.
Ivonne Chacana dice
Recordé una vez que alegue en mi facebook por el hecho de no leer la información sobre los talleres, cursos y etceteras que publico, y salto una persona diciendo «ay, es una posible clienta, tienes que contestar todo y no que mas blablá» gracias a señoras como esas es que un gran porcentaje de vendedoras te atiende como el culo.
Como recomendación, yo ya voy a comprar siempre al mismo local, asi ya te conocen y si tienes fama de piola te atienden altiro y rapidito 🙂
Besos cami!
Lore dice
A ver, parto aclarando que hablo desde la deformación profesional porque trabajo en diseño de servicio. 🙂
Lo primero, no es sólo en las lanas que hay mala atención, en general el retail (venta masiva minorista) chileno tiene ese problema, y si nos ponemos quiquillosos, el sector servicios completo. Es cosa de mirar los reclamos por rubro.
Segundo. En el caso particular de las lanas, una como clienta suele buscar (o desear) una venta consultiva, se asume que hay asimetrías de información y la vendedora sabe más que una, por lo tanto una le pide ayuda o consejo. Y lamentablemente a ellas no las miden por calidad de servicio ni por cuanto te ayudan. Las miden por cuanto venden. Entonces se produce un desajuste entre lo que espera la vendedora y lo que espera la clienta.
Tercero: Lo anterior es responsabilidad casi totalmente de los dueños, que pretenden abordar su negocio de manera transaccional, sin entender que tienen la tremenda oportunidad de capturar y fidelizar a un segmento de clientas (y de paso ganar mucho más que lo que ganan hoy). Poner a alguien a enseñar en la tienda es una buena idea para fidelizar, pero lejos lo mejor es que detrás del mesón haya alguien que esté contento haciendo su pega, que sepa de qué habla, que entienda el sentido de su labor y empatice con sus clientes. Nada de eso ocurre, no tienen las herramientas ni los conocimientos ni la motivación. Tampoco se preocupan de crear condiciones que «eduquen» al cliente para que sea un aporte al servicio, no un cacho. (no es tan complejo como se piensa, los autoservicios son la mejor muestra de ello)
Cuarto, digo «casi» totalmente es porque ( y esto es una opinión muy pero muy personal) también hay una parte que es culpa de las propias vendedoras, tal como comenta Clarita. Si uno está en un trabajo mal pagado, donde no eres feliz y te explotan, con clientes maleducados, todo el día de pie, y finalmente eso afecta a tu vida y la manera de relacionarte con el mundo, el primer responsable de solucionarlo eres tú: Si tu trabajo es penca… Busca otro trabajo!!
Saludos y perdón si me puse latera
Pepa dice
Creo q en toda mi vida lanera, sólo me he encontrado con una vendedora pesada, pero creo q ella es pesada de sangre, pobre! Por suerte he tenido buena experiencia. Quizás como bien dices, parte importante está en la actitud con que llegues. Entender q no es culpa de el que te atiende si estas apurado, no hay lo que quieres o hay mucha gente antes que tu… Lo mismo q en cualquier otro rubro.
Hace tiempo q no compro en Santiago, pero tenía muy buena onda y me caían muy bien las vendedoras de reginella en p de valdivia, las de lanabel p de valdivia y las de costuritas del apumanque
samantha dice
Sabes, me han tocado vendedoras de lanas y de cordonería pesadas desde que empecé a ir a comprar esas cosas; al principio yo respondía mal, porque no estaba dispuesta a recibir malos tratos de nadie. Después me fui calmando, empecé a aprender cómo responderles sin pelear, y empecé a ver los casos: en 21 de mayo, una niña me atendió como con resentimiento social, no sé, en mala onda por nada; en Lanabel, cierta vez una señora «difícil» me armó drama porque me demoraba en elegir; en la misma tienda, una tipa puntuda y medio burlesca cierta vez se metió con mi ataque de acné de temporada (esa vez sí me dió rabia, pero me aguanté); en otra cordonería donde voy todas las señoras son amables, excepto una, que pone nerviosa a una segunda… He visto que de repente la relación entre las vendendoras es mala; se arman «conventillos», y una las ve cómo ponen mala cara y se quedan murmurando por cosas que pasan entre ellas. Yo cacho que hay un factor cultural, cierto tipo anticuado de sociabilidad femenina, que traspasa las relaciones entre las vendedoras y de ellas con las clientas (mujeres, sobre todo; podría apostarlo). Además, están los factores que tú dices, por cierto, queno son menores.
Fran dice
He estado de los dos lados y entiendo que ser vendedora (de cualquier cosa) es una pega ingrata, tanto por las condiciones como por la variedad de clientela que puede ser desquiciante muchas veces, mas aun si son mujeres.
Sin embargo, cuando empecé a tejer, lo que mas me llamó la atención es lo mal que atienden en la mayoría de estos locales. Igual que tu, me senti «discriminada» por ser joven, tanto que una vez ni se pararon a atenderme, si no que me gritaron desde lejos «que quiere?» y al comienzo, por cachar poco, hasta se burlaron de mi por equivocarme al pedir una lana especifica. Como Elisa, yo tampoco creo que sea la carga laboral porque estas experiencias son de tiendas chicas y sin mas clientes que yo, es mas, en las tiendas grandes siempre me atienden bien.
En todo caso no creo que haya que hacerse mala sangre, tejer es rico y entretenido; y si no te gustó como te atendieron buscas otra tienda y ya!
Saludos! 🙂
Cony dice
A mi una vez en una tienda de Maipú me trataron mal. Me sentí humillada.
Soy joven. Chica y si no me maquillo me veo más chica aún.
Y fui a comprar lanas y antes había comprado de la misma y el color que quería ese día no estaba.
Y fui a comprar la misma lana en otro color.
Y se me ocurrió preguntar si se daba el caso de cambiar los ovillos al tener la boleta.
(Yo le había comentado que antes no había encontrado el otro color).
Y como estaba comprando la misma marca de lana. La vendedora me dijo algo así como te pille. Estas comprando la misma lana para cambiar la otra con esta boleta.
Hablándome como si estuviera robando.
Me sentí ofendida. Y muy enojada.
No le respondi. Ni nada. De pura rabia.
Evito pasar a esa tienda. Y mucho menos que me atienda ella.
Y en 21 de mayo me paso que por preguntar como era el sistema de compra por mayor.
me hicieron burla.
En ese momento estaba comprando como 6 ovillos.
Y el jefe miro. No entendió la pregunta. Y me dijo como burla que llevando tan poco estaba preguntando por precio por mayor.
Y me atendieron a la rápida. Como si estuviera estorbando a la gente que estaba comprando.
A la próxima dejaré todo tirado y no llevaré nada.
Carla dice
Hola!!! he comprado lanas de muchas marcas y tipos en la calle rosas en una nueva tienda que se llama QUE SE TEJE, la atención es buenisima, los precios muy convenientes …. ademas tienen otra sucursal que esta en diagonal cervantes… al lado del Siglo….. realmente ha sido toda una nueva experiencia llegar ahi… todo muy lindo y con buenisimos precios y atencion.